Así que, aparentemente, los excavadores de túneles en Chabad Lubavitch estaban en realidad desangrando a personas muertas con la esperanza de crear una versión zombie de su Mesías. Suena bastante legítimo, deberíamos poner a estas personas a cargo, sin duda. La afirmación exacta que hizo David Saltzman en ese podcast es muy específica y proviene del extremo más radical del ala mesiánica de Chabad (los que se llaman "meshichistim" o, más radicalmente, "Elokistim", que a veces tratan al Rebe como literalmente divino). Según Saltzman y el pequeño grupo que representa, creen: El Rebe (Rabí Menachem Mendel Schneerson) nunca murió realmente en 1994; su alma solo dejó temporalmente su cuerpo. Es posible traer el alma de vuelta a un cuerpo (ya sea el cuerpo original del Rebe, que afirman está perfectamente preservado, o, en algunas versiones, al cuerpo de una persona justa recientemente fallecida cuya propia alma acaba de salir). Para hacer esto, estaban trayendo secretamente cuerpos recién fallecidos (de miembros de Chabad que murieron en otros lugares) al túnel bajo 770 Eastern Parkway. Realizarían el procedimiento halájico de "nikur" (drenar la sangre restante a través de pequeñas incisiones, normalmente hecho antes del entierro) en esos cuerpos, usando el colchón manchado que fue encontrado más tarde. Mientras hacían esto, estaban rezando y realizando ciertas acciones místicas/kabalísticas destinadas a atraer el alma del Rebe a ese cuerpo recién vacante, efectivamente "resucitándolo" en una nueva (o la original) forma física. Así que, en resumen: Sí, su objetivo declarado era usar el cuerpo de una persona recientemente fallecida como un "recipiente" temporal o preparar el propio cuerpo del Rebe para que su alma pudiera regresar completamente y pudiera ser revelado como Moshiach en el sentido más literal y físico. Chabad mainstream (y ciertamente el liderazgo oficial) rechaza completamente esta práctica, la llama loca y prohibida, e insiste en que el Rebe murió como cualquier otro ser humano. Los excavadores de túneles y las personas que Saltzman describe son un pequeño grupo radical con el que la mayoría de los miembros de Chabad no quieren tener nada que ver.